Un retrato en el despacho, la mayor ‘debilidad’ del presidente Lenín Moreno

Quito

A veces le dicen ‘Presi’, ‘Jefe’ o ‘Señor presidente’. A diferencia de los tiempos de la campaña, ahora nadie –al menos en público– se dirige a él por su nombre: Lenín. La excepción está en los momentos de mayor intimidad, cuando está rodeado de su círculo más cercano y la familiaridad se impone a los protocolos del poder.

A primera vista, su despacho, en el ala sur del Palacio de Carondelet, junto al balcón de los cambios de guardia, es similar al de su antecesor Rafael Correa: los mismos muebles, ventanales hacia la Plaza Grande, hay libros, adornos… Pero en un segundo paneo, los detalles saltan. Se observa, por ejemplo, que sustituyó el crucifijo que Correa puso a las espaldas del escritorio por un retrato grande en el que aparecen tres bebés. Los varones están en los costados y la nena en la mitad.

Ante ellos, sus nietos trillizos de poco más de un año, el primer mandatario se rinde. En sus palabras: es un abuelo que padece de “trillicitis”. Cuando los ve suspende sus actividades, juega con ellos, se mete en otro tiempo, deja de ser el político, el presidente de la República que hoy cumple un año de gestión, por un instante.

Suele comentar esos momentos a la hora del almuerzo con la primera dama, Rocío González. Aunque su tiempo compartido depende de la agenda pública de cada uno, vivir en la tercera planta de Carondelet y trabajar en la segunda les da la ventaja de verse más y hasta de encontrarse por los pasillos.

Liz Giler ha sido asistente de Lenín Moreno desde el 2009. La mayor virtud del ‘Señor Presidente’, dice, “es su calidad espiritual y su inteligencia emocional”. Explica que por muy mala o buena que sea una noticia, él no estalla y más bien se muestra sereno. Intenta dar la vuelta a las circunstancias adversas; a veces usa el humor –su terapia de toda la vida–; en otras, la reflexión… En segundo plano, destaca “el sentido común” y “la lealtad” como valores que lo distinguen. “No es un hombre simple; es sencillo”.

Sin embargo, esos mismos argumentos han servido a sus detractores –especialmente, quienes lo conocieron como vicepresidente de Correa y líder de las primeras etapas de Alianza PAIS– para cuestionarlo en el plano personal. No es leal, sostienen, “es un traidor”; su sentido común, insisten, es su limitación para abordar los temas técnicos y las decisiones de Estado más urgentes; su serenidad, se quejan, es peligrosa. “Nunca se sabe hacia dónde ni a quién apunta”.

Para su asistente logístico, Fredy Miño, quien junto a dos compañeros más se turna para empujar la silla de ruedas, las críticas de las disputas por el poder son menores frente a la historia personal de quien, subraya, ha tenido que batirse en el mundo empresarial, primero, y en la política, después, desde la discapacidad.

“Solo cuando uno ha visto las cosas de cerca, desde adentro, se da cuenta del valor de las personas”, señala.

Los más antiguos colaboradores de Lenín Moreno se dan cuenta –a veces con alegría y en otras con susto– de que no es lo mismo verlo como vicepresidente (2007-2013) que como jefe de Estado. El poder cambió su entorno, sus obligaciones y hasta sus rutinas.

Se despierta a las 04:00 y chatea con los ministros, porque hay momentos en que es más fácil contactarlo por mensajes al amanecer que con una cita con él durante el día, cuenta Liz. Los chequeos médicos son frecuentes y debe combinarlos con la agenda oficial. Por costumbre, almuerza tarde, tipo 14:00. Descansa un poco y luego retoma su oficina.

Es hincha del Aucas, de la espumilla, de la nata, de los helados, de la comida nacional, del iPhone y del iPad. Le gusta cantar y le encanta contar chistes, aun cuando le salgan mal, como el de los médicos y el cáncer que le valieron severas críticas en redes sociales. Sus asesores se angustian por el revuelo de sus palabras, pero él los calma. Para Fredy y Liz, la clave de Lenín Moreno está en el control de las emociones.

Preparativos

La ceremonia para escuchar el Informe a la Nación se iniciará a las 11:00 en el Parlamento. El presidente Lenín Moreno arribará al sitio a las 10:50, pero antes lo hará la vicepresidenta, María Alejandra Vicuña, y la presidenta de la Asamblea, Elizabeth Cabezas. Hay 1.500 invitados que ingresarán una hora antes. El operativo de seguridad estará a cargo de 900 uniformados; y los honores lo realizarán 200 cadetes de las escuelas Militar y de la Policía. El evento durará unas dos horas e incluye intervenciones musicales. Moreno hablará 40 minutos, según la agenda divulgada ayer.

Fuente: Diario El Universo

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