JUSTICIA DE MARRUECOS CONDENA A PENA DE MUERTE A TRES ISLAMISTAS QUE DEGOLLARON A DOS TURISTAS.

El tribunal ha castigado a otros 21 acusados por complicidad con penas de entre cinco años y cadena perpetua.

La justicia marroquí se ha mostrado implacable contra los tres principales acusados por degollar y decapitar en diciembre a la danesa Louisa Vesterager Jespersen, de 24 años y la noruega Maren Ueland, de 28. El tribunal de apelaciones de Salé, ciudad próxima a Rabat, les ha condenado este jueves a la pena de muerte. Aunque esta figura está contemplada en el Código Penal, la última ejecución en Marruecos data de 1993, seis años antes de que ascendiera al trono el actual rey, Mohamed VI. Yunes Jayali, un cuarto acusado, ha sido condenado a cadena perpetua. Para el resto de los 20 acusados las penas fueron de entre cinco a 30 años de prisión.

Los tres principales inculpados -el vendedor ambulante Abdessamad El Joud, y los carpinteros Yunes Uzibad y Rachid Afati- habían jurado en un vídeo su lealtad al Estado Islámico, organización que no había conseguido atentar en Marruecos desde su fundación, en 2014. La abogada de los tres encausados, Hafida Meksaoui, declaró una semana atrás que sus clientes son víctimas de la pobreza, la precariedad, la ignorancia y el analfabetismo. Y pidió que se les efectuara un examen psiquiátrico.

Entre el resto de los acusados se encuentra el hispano suizo Kevin Zoller Guervos, de 25 años, quien ha sido condenado a 20 años de cárcel, aunque negó cualquier conexión con la organización yihadista. Su defensor, Saad Sahli, declaró la semana pasada a la agencia Efe que su cliente no tiene implicación material en el asesinato de las dos turistas. Indicó que Zoller se había convertido hace pocos años al islam en Suiza y decidió residir en Marruecos para aprender más sobre la religión. Añadió que, aunque conocía a algunos de los implicados, rompió toda relación con ellos en cuanto supo de su ideología extremista.

Las dos amigas que se formaban en Noruega como guías de turismo, acamparon en las inmediaciones del monte Tubkal, a 70 kilómetros de Marrakech, en la localidad de Imlil. Este monte es el más alto del norte de África. El turismo genera el 10% del PIB en Marruecos y es la segunda fuente de empleo, tras la agricultura.

La madre de Vesterager, la víctima más joven, pidió la pena máxima mediante una letra dirigida al tribunal y leída por su abogado durante la sexta y penúltima vista del juicio, celebrada el jueves 11 de julio: “Lo más justo sería aplicar a estas bestias la pena de muerte que merecen, yo os lo pido (…) Mi vida ha sido destruida desde el momento en que dos policías llegaron a mi puerta el 17 de diciembre para anunciarme la muerte de mi hija (…) Yo no sé cuánto llegó a sufrir ella”.

Abdessamad El Joud, un vendedor ambulante de 25 años, está considerado el cerebro de los atentados. El Joud ya había confesado ante el juez el pasado mayo que decapitó a una de las mujeres mientras Yunes Uzibad, de 27 años, mataba a la otra. Mientras tanto, Rachid Afati, de 33 años, filmaba la decapitación de una de las víctimas para después difundirla en las redes.

Los tres terroristas tenían planeado atacar a un grupo más numeroso, pero El Joud y sus amigos decidieron buscar otro más reducido. El 17 de diciembre instalaron una tienda de campaña en las inmediaciones de la localidad de Imlil y ese mismo día se percataron de que justo al lado había otra tienda con las dos turistas nórdicas. En sus últimas palabras ante el tribunal, El Joud declaró, según relata la Agencia France Presse: «No hay más Dios que Dios. Que él me perdone».

El vídeo tremebundo que filmó Rachid Afati, donde se veía cómo decapitaban a una de las jóvenes, sirvió para desmontar la primera intención de las autoridades de enmascarar el atentado como si fuera un suceso. Las primeras informaciones oficiales mencionaban una agresión a dos turistas que presentaban “signos de violencia con arma blanca” en el cuello. La filmación truculenta comenzó a circular en las redes, pero las autoridades eludieron confirmar su autenticidad.

En Marruecos ya fueron condenados también a pena de muerte en 2003 cuatro de los responsables de los atentados de Casablanca en el que murieron 45 personas, entre ellas cuatro españoles y 12 terroristas suicidas. El fiscal reclamó penas ejemplares. De forma más reciente, un tribunal de El Yadida (200 kilómetros al sur de Rabat) también condenó a dos marroquíes a pena de muerte por haber secuestrado, violado y matado a una niña de siete años. Ninguna de esas condenas máximas llegaron a ejecutarse.

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