EL CANDIDATO PERONISTA ALBERTO FERNÁNDEZ VENDE MODERACIÓN EN ESPAÑA Y PROMETE PAGAR DEUDAS.

El candidato peronista aprovecha su viaje para tratar de tranquilizar a políticos y empresarios de uno de los países que más invierte en Argentina.

Alberto Fernández tiene vínculos fuertes con España desde hace muchos años, pero este viaje de casi una semana era muy especial. El candidato peronista, que tiene la victoria en las elecciones presidenciales del 27 de octubre al alcance de la mano después de ganar por más de 15 puntos en las primaras del pasado 11 de agosto, ha aprovechado la visita a Madrid -en principio para dar una clase en la universidad Camilo José Cela- para tratar de despejar entre políticos y sobre todo empresarios españoles los temores que un regreso del peronismo al poder pueda suscitar.

Fernández ha tenido una agenda intensa, se ha visto con personas clave del mundo económico -los empresarios con inversiones clave en Argentina, incluida Ana Botín, presidenta del Santander, y representantes de otras grandes compañías como el BBVA o Telefónica- pero también con políticos, entre ellos Pedro Sánchez, que le recibió en La Moncloa. Según fuentes del entorno de Fernández y del Ejecutivo español, se entendieron muy bien.

El mensaje que traslada el candidato en estas citas es claro, según su entorno: él no es un líder populista latinoamericano al estilo de Hugo Chávez, sino un peronista pragmático dispuesto a saldar las deudas que ha contraído el país pero también a renegociarlas para que su pago no hunda la economía. Y su entorno asegura que el viaje ha sido un éxito.

En su única intervención publica en todo el viaje, en una conferencia en el Congreso de los Diputados promovida por el entorno de Pablo Iglesias -la dirección del grupo de Unidas Podemos estaba en primera fila y el jefe de Gabinete del líder, el argentino Pablo Gentili, fue uno de los organizadores- Fernández admitió que todos sus interlocutores le preguntan en España si pagará las deudas. “Con la deuda haremos lo que siempre hicimos, cumplir y honrar las deudas que se han tomado. Pero no me pidan que lo hagamos en contra de más deterioro de nuestra gente, y postergando más a los argentinos”, dijo entre aplausos de un público entusiasta.

Fernández señaló que no tiene nada en contra de las empresas multinacionales, un punto sobre el que ha extremado la prudencia ante el temor internacional que genera una posible vuelta del peronismo al poder. «No tiene sentido tener petróleo si para extraerlo hay que dejar que las multinacionales vengan y se lo lleven. No tengo problemas con las multinacionales, pero mi principal preocupación es generar riqueza para Argentina y los argentinos”, aseguró.

Fernández tuvo encuentros de todo tipo estos días, no solo económicos -los más importantes- sino también políticos -se vio con el ministro de Exteriores, Josep Borrell, y con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero- e incluso culturales -estuvo con el uruguayo Jorge Drexler y algunos artistas e intelectuales de la comunidad argentina en España- y en todos ellos se vendió como un dirigente moderado, alejado de las posiciones más extremas de Cristina Fernández de Kirchner, que será su vicepresidenta.

Él explicó con claridad por qué decidió acerarse a ella después de haberla criticado con dureza. «Yo se lo dije a ella y lancé esa frase: con Cristina no alcanza y sin Cristina no se puede. Y ella lo tomó muy mal. Pero así construimos la mayoría y nos unimos para que el conservadurismo no haga más daño al pueblo argentino», le dijo a Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, a quien le recomendó que también haya unidad de la izquierda en la política española. Ante una audiencia muy cercana a Podemos y al kirchnerismo, Fernández alabó al presidente Sánchez, lo que causó cierta sorpresa. «Me quedé entusiasmado con la reunión con Sánchez, estoy seguro de que nos va a ayudar», aseguró.

Fernández, que ya se ve presidente -en un momento bromeó con su propio lapsus cuando dijo «el día que fui electo… bueno, electo en las PASO»- fue muy duro con la gestión de Mauricio Macri, aunque se mostró confiado en que cuando él llegue al Gobierno se podrá remontar la situación. «Saldremos del pozo. Recuerdo a Benedetti, que decía bienaventurados los que están en el fondo del pozo porque de ahí en adelante solo pueden mejorar».

El candidato del peronismo fue recibido en estos días en España como el futuro presidente y logró el interés empresarial y político sobre todo gracias a un mensaje moderado en el que compagina la defensa de la figura de Cristina Fernández de Kirchner -insistió en que en su opinión ha sido perseguida judicialmente de forma injusta y aseguró que si gana él pedirá «que se haga justicia» con la expresidenta- con una apuesta por una Argentina integrada en el mundo y con una mirada clara hacia Europa. Aún así, se mostró escéptico con algunos puntos del acuerdo de Mercosur pero dijo que estaba dispuesto a revisarlos y rematar el acuerdo con la UE.

El que fuera jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, abogado penal de 60 años, llegó a la capital española el pasado 3 de septiembre en una visita no oficial que, asegura, busca estrechar lazos entre su país y Europa. El viaje fue leído en su país como una decisión premeditada del candidato para alejarse de los ruidos de la campaña y las turbulencias de la crisis económica. El lunes, el gobierno de Macri impuso un modelo de control de cambios en un intento por frenar la fuga de divisas y sostener el peso, que desde las primarias del 11 de agosto ha pedido cerca del 30% de su valor. Empresarios y dirigentes políticos exigen a Macri un acuerdo que dé gobernabilidad al país y reduzca los temores de una suspensión de pagos el año que viene.

Desde que dejó Buenos Aires, el domingo, Fernández optó por referirse lo menos posible a la crisis en su país, con el argumento de que las razones de su viaje eran académicas. Su agenda en Madrid, sin embargo, fue la de un jefe de Estado, aunque las citas fueran informales. Antes de volver a Argentina, pasará por Portugal, donde verá al primer ministro, el también socialista Antonio Costa. En Sánchez y Costa, Fernández ya ha encontrado a dos aliados para empezar a construir una imagen internacional diferente y tratar de buscar ayuda para salir de la crisis en la que ha entrado Argentina desde mayo de 2018, cuando tuvo que pedir un rescate al FMI.

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