CHINA BUSCA ESTRECHAR LAZOS CON LA UNIÓN EUROPEA A TRAVÉS DE SU BANCO GLOBAL.

La Asamblea del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura celebra en Luxemburgo su primera asamblea anual fuera de Asia.

La primera reunión del Banco Asiático de Inversión e Infraestructuras (BAII) fuera de Asia ha servido para que China y Europa exhiban su sintonía en defensa del multilateralismo y del medio ambiente, el polo opuesto de lo que representa y defiende el actual Gobierno de Estados Unidos. La entidad, controlada por Pekín, se ha propuesto estrechar lazos con la UE para la financiación de los proyectos de inversión y Luxemburgo quiere liderar esa colaboración.

El presidente del BAII, Jin Liqun, saluda al Gran Duque Enrique de Luxemburgo, este viernes ante otras autoridades del país.
El presidente del BAII, Jin Liqun, saluda al Gran Duque Enrique de Luxemburgo, este viernes ante otras autoridades del país. 

Del estrecho vínculo dibujado en Luxemburgo entre clima y multilateralismo dejaba constancia su ministro de Finanzas, Pierre Gramegna. “Ya somos casi un centenar de países miembros [hoy se alcanza esa cifra con tres incorporaciones] y todos somos firmantes del acuerdo de París. El multilateralismo está sin duda en el ADN de la institución”, insistía. Los directivos del Banco —del que son socios los principales países europeos— precisaban a lo largo de la jornada que la entidad no excluye a nadie de su accionariado, pero Estados Unidos no ha querido formar parte en ningún momento de la institución financiera. Ahora tampoco del acuerdo de París. Japón no está en el BAII pero sí en el pacto del clima.

“Europa y Asia estamos físicamente unidos. Esta vasta extensión de tierra compartida estimula intercambios comerciales, de inversión y culturales. Ha llegado el momento de mejorar nuestra conectividad en toda su dimensión”, insistía el presidente del BAII, Jin Liqun, en su recepción a los más de 500 delegados y 1.500 participantes convocados en Luxemburgo.

El beneficio de esta colaboración es mutuo. Europa otorga al banco impulsado y controlado por China (tiene un 26% del capital, seguido de India con el 7,5%) el sello de calidad a sus inversiones y el respaldo institucional a sus emisiones de deuda. “Nuestro banco fue concebido para Asia pero tiene características europeas”, remarcaba Jin Liqun. A cambio, las empresas de la UE acceden a un negocio multimillonario: solo en los tres años y medio que el banco lleva en funcionamiento, la entidad ha aprobado proyectos por unos 8.000 millones de dólares (unos 7.100 millones de euros).

“Los países emergentes deben dedicar, al menos, un 8% del PIB anual a infraestructuras. La realidad es que de media invierten entre un 3% o un 4% y para eso estamos nosotros, como banco de desarrollo, para movilizar capital privado de forma innovadora y creativa”, insistía Jin. Y ahí, en la captación de capital entra en juego Europa. “El mundo hoy no tiene un problema de liquidez”, aseguraba el presidente del Banco. Pero no resulta fácil para buena parte de los países emergentes, que tienen problemas de credibilidad crediticia y dificultades con sus cuentas públicas, disponer de estas enormes partidas de financiación o atraer capital privado para sus proyectos. Luxemburgo, sin embargo, se ha convertido en los últimos años en un centro financiero para las gestoras de fondos y pretende aumentar este negocio cuando se consume la salida del Reino Unido de la Unión Europea y la City pierda buena parte de sus clientes.

“Las dos iniciativas [el BAII y la Ruta de la Seda] fueron propuestas del mismo mandatario [el presidente chino, Xi Jinping] y apoyan proyectos similares: promover la conectividad y la cooperación a través de las infraestructuras. A partir de ahí la estructura de gobierno es radicalmente diferente y los proyectos que financiamos lo son a petición de los países afectados. Nosotros no proponemos ninguna inversión”, explicaba Jin.

El presidente del BAII no oculta su preocupación por el impacto de la guerra comercial entre Pekín y Washington sobre el comercio regional y el crecimiento de las economías asiáticas, aunque dijo en repetidas ocasiones confiar en que la negociación engre los dos países revierta la situación. “Esperemos que podamos estabilizar la economía a través de la colaboración”.

De forma paralela a la reunión anual del Banco, hoy se celebra el segundo Foro Asiático de Infraestructuras con la presencia destacada del Giovanni Tria, ministro de Economía y Finanzas de Italia. Precisamente Italia se vio envuelta en la polémica al ser el primer país del G7 en firmar un acuerdo de inversión con China para formar parte de la Ruta de la Seda y que la red de infraestructuras promovida por Pekín llegue al país. Los directivos del BAII insisten en que se trata de dos proyectos independientes que nada tienen que ver entre sí. Junto a Tria se sentará la viceministra de Finanzas china, Jiayi Zou.

UNA ENTIDAD FUNDADA EN 2016.

Hace tres años y medio que el BAII inició su andadura y el entorno, dicen sus directivos, es hoy más difícil que entonces. Pocas semanas antes de que el Banco empezara a funcionar (enero de 2016) la comunidad internacional había firmado el acuerdo de París en defensa del clima y el medio ambiente y la economía global estaba, con sus más y sus menos, en plena recuperación. Hoy EE UU ha abandonado el acuerdo del clima y está sumido en una guerra comercial y tecnológica con China cuyo final parece incierto.

Pero ser una entidad de nueva creación tiene sus ventajas. “Hemos aprendido de los errores de los organismos multilaterales que nos han precedido, podemos innovar y ser creativos con nuestras soluciones y bajo la premisa de la austeridad tratamos de no duplicar trabajos”, explica su presidente. Eso supone que utilizan los análisis del Fondo Monetario Internacional para valorar la economía de los países y que cooperan con el Banco Mundial o el Banco Europeo de Inversiones allí donde ellos han llegado antes. “Somos el banco de desarrollo del siglo XXI”, sentencia Jin Liqun.

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