¿TODOS CON NOVAK DJOKOVIC…?

No soy juez para dictar sentencia ni sacerdote para ordenar penitencia a nadie. Menos aún, hacerla de fiscal periodístico en el bullado caso del número uno del mundo del tenis en Australia. Los que hemos seguido de cerca la sorprendente trama de Novak Djokovic vs. el Gobierno australiano, en estos últimos días, cada mañana nos despertamos con novedades calientes dignas de un culebrón mexicano.

A poco de vivir un proceso electoral (el próximo 21 de mayo), el primer ministro de Australia (Scott Morrison) y su rígida política migratoria frente a la pandemia se ha topado con una papa hirviendo ante la persistencia del tenista serbio de querer jugar el Australian Open a como dé lugar.

Pero el problema de fondo no es si Djokovic debe vacunarse o no contra el coronavirus. Allá él y otros deportistas de élite como Aaron Rodgers (de la NFL) o Kyrie Irving (NBA) si quieren ser portaestandartes de la incomprensible lucha antivacunas, a fuer de la libertad individual y el derecho a decidir, mientras se siguen muriendo miles de seres humanos por la pandemia.

La realidad es que Djokovic, siendo un ídolo en su país y un ejemplo a seguir para la juventud, ha mentido sin lugar a dudas. Cada día que pasa aparecen más pruebas de las inconsistencias e inexactitudes en las fechas en que dio positivo en las pruebas de PCR y los eventos públicos a los que acudió posteriormente en Belgrado.

Incluso, luego de dar positivo se fue a entrenar a Marbella (España), cosa que parece se les olvidó súbitamente a los miembros de su equipo al llenar el formulario de entrada a Melbourne, que fue firmado y presentado por el propio Nole al intentar pasar inmigración de Australia. Novak Djokovic es uno de los tres mejores tenistas del siglo XXI (y para algunos, de la historia), sin embargo él necesita que alguien lo rescate urgentemente del impensable naufragio que ha resultado su forzado desembarco en el continente oceánico.

Su dura infancia, al haber crecido entre bombas y muertes por la sangrienta guerra de la antigua Yugoslavia, le forjó un carácter fuerte y combativo. Y gracias a ese carácter ha llegado, por mérito propio, a la cúspide del deporte blanco mundial en medio de dos titanes como Roger Federer y Rafael Nadal.

Sin embargo, toda la embarazosa novela montada antes del Abierto de Australia 2022 no aporta nada positivo a su gran legado deportivo. Y las polémicas declaraciones de su familia en Serbia, lejos de ayudarlo a reflexionar más bien, han echado gasolina al fuego.

Como decían Séneca y luego san Agustín: “Errare humanum est. Sed persevare diabolicum” (Errar es de humanos, perseverar en el error es diabólico). Sería una lástima que por su intransigente postura Djokovic eche al agua el prestigio bien ganado, logrado a base de sudor, esfuerzo y constancia.

Columnista: Ing. Andrés Mendoza Paladines.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *