PRESIDENTE DE IRÁN AFIRMA QUE SALDRÁ VICTORIOSO DE LA ‘GUERRA DE VOLUNTADES Y COACCIONES’ A LA QUE LE SOMETE ESTADOS UNIDOS.

El anuncio del envío de mil soldados estadounidenses al contingente ya desplegado en Oriente Próximo eleva la tensión.

Estados Unidos está aumentando la presión sobre Irán y construyendo día a día el caso contra el régimen de los ayatolás. El anuncio del envío de mil soldados estadounidenses al contingente ya desplegado en Oriente Próximo fue considerado una provocación por Moscú, con importantes intereses en el terreno. Este martes el presidente de Irán, Hasan Rohani, aseguraba que su país “no va a hacer la guerra a nadie” pero advertía que saldrá victorioso de la “guerra de voluntades y coacciones” a que le están sometiendo Estados Unidos y sus aliados.

Hasan Rohani, durante la inauguración de la nueva terminal del aeropuerto Imán Jomeini en Teherán (Irán), este martes.
Hasan Rohani, durante la inauguración de la nueva terminal del aeropuerto Imán Jomeini en Teherán (Irán), este martes. 

Junto al anuncio, Washington difundía además en la noche del lunes nuevas imágenes sobre la supuesta implicación de la Guardia Revolucionaria iraní en los recientes sabotajes a petroleros en el golfo de Omán, imágenes que no permiten llegar a ninguna conclusión clara. Según Estados Unidos, la documentación gráfica mostraría a efectivos militares iraníes retirando una mina lapa sin detonar que estaba adherida al casco del Kokuka Courageous, un petrolero de una empresa japonesa. “Irán es responsable del ataque, según las pruebas de vídeo”, aseveró el Comando Central estadounidense en un comunicado.

El Gobierno saudí respalda sin objeciones las tesis de Washington y este martes instaba a la comunidad internacional a tomar “medidas firmes” para garantizar la seguridad de las vías marítimas regionales, informa la agencia estatal de noticias SPA. Una quinta parte del petróleo mundial se transporta por esas aguas. Riad no menciona directamente a Irán, pero el pasado domingo, el príncipe heredero y hombre fuerte saudí, Mohamed Bin Salmán, dejó claro en una entrevista que ve a su vecino y rival como la principal causa de los problemas de Oriente Próximo.

Teherán, de momento, muestra una relativa contención. “A pesar de todos los esfuerzos de Estados Unidos en la región y su deseo de cortar nuestros lazos con el resto del mundo y mantenernos aislados, han fracasado (…) porque enfrente no tenemos una nación, sino un grupo de políticos sin experiencia; y no vamos a hacer la guerra contra ningún país”, manifestaba el propio Rohani durante la inauguración de la nueva terminal del aeropuerto de Teherán.

La República Islámica ha negado tener responsabilidad en los incidentes navales, ocurridos la semana pasada y a mediados de mayo; pero más allá de las pruebas que exhibe EE UU, muchos analistas se muestran convencidos de que los cuidadosamente calibrados ataques (no han provocado ni víctimas ni interrumpido la navegación en la zona) constituyen una advertencia del régimen iraní ante el progresivo cerco al que le está sometiendo la Administración de Donald Trump.

Papel mojado

Receloso del acuerdo nuclear firmado por su predecesor, Barack Obama, en 2015 y alentado por sus aliados árabes en la región que siempre recelaron de aquel pacto, Trump sacó a EE UU del acuerdo hace un año. El Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC), su nombre oficial, que limitaba el programa atómico de Irán a cambio del fin de las sanciones internacionales que acogotaban su economía, quedó convertido en papel mojado.

Este país ha pedido que el resto de los firmantes del acuerdo (China, Rusia, el Reino Unido, Francia y Alemania) defiendan lo acordado y no se dejen intimidar por las sanciones impulsadas por EE UU. Ante la falta de resultados, Teherán volvió a agitar el lunes su eventual violación del pacto y anunció que el próximo día 27 habrá superado los 300 kilos de uranio enriquecido que le permite almacenar.
Rohani ha vuelto a recordar que Irán ha respetado hasta ahora su parte del acuerdo (un extremo refrendado por los inspectores de la ONU). Pero su amenaza de incumplir el pacto en menos de diez días ha alarmado incluso a países muy críticos con la actitud de EE UU, como Rusia y China.

A pesar de las declaraciones maximalistas a uno y otro lado, un enfrentamiento directo entre Irán y Estados Unidos parece improbable. Sin embargo, aumenta el temor a que se incremente la violencia en aquellos conflictos en los que ya se enfrentan fuerzas aliadas de Teherán y a sus rivales árabes, sobre todo Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (que cuentan con el apoyo de Washington).

De hecho, en las últimas semanas los rebeldes Huthi de Yemen han intensificado sus operaciones contra infraestructuras saudíes. Las defensas antiaéreas del reino interceptaban este martes otros dos drones con explosivos que se dirigían a una zona residencial de Abha, una ciudad del suroeste cercana a la frontera con Yemen, según informan los medios locales. La cadena de televisión Al Masirah, bajo control Huthi dijo que el objetivo era el aeropuerto de Abha, donde la semana pasada uno de sus misiles causó 26 heridos.

En otro escenario, la agencia Reuters informó de la caída de tres proyectiles en una base que alberga a fuerzas estadounidenses al norte de Bagdad. Aunque nadie se responsabilizó del ataque, Washington alertó el mes pasado del aumento del riesgo de ataques contra sus intereses en Irak por parte de milicias respaldadas por Irán y evacuó a centenares de empleados de su Embajada en Bagdad y su Consulado en Erbil.

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