POLÍTICA DE JAIR BOLSONARO HACE PELIGRAR EL MILLONARIO FONDO AMAZÓNICO DE LUCHA CONTRA LA DEFORESTACIÓN.

Noruega, el mayor donante, congela la aportación de 30 millones. Alemania, que ya suspendió una ayuda, debate revisar su contribución.

La política mediambiental del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, hace peligrar la continuidad del Fondo Amazonia, el mecanismo de cooperación internacional que más recursos ha aportado para reducir los gases de efecto invernadero por la deforestación. Noruega, el principal donante, ha anunciado la congelación de ayudas para los proyectos de conservación del Amazonas por un importe de 30 millones de euros, después de que el Gobierno brasileño cambiara de forma unilateral al equipo directivo que gestiona el fondo. Alemania, el otro país patrocinador, ya suspendió el pasado sábado una aportación similar,aunque fuera del fondo, y debate revisar su contribución al mismo. Bolsonaro ha respondido, de forma no muy diplomática. «Tengo un mensaje para la querida Angela Merkel: coge tu pasta y reforesta Alemania. Lo necesitáis mucho más allí que aquí», dijo el miércoles. Un día después, tras conocer la decisión de Oslo, añadió: «¿No es Noruega la que mata ballenas en el Polo Norte? (…) Coged el dinero e id a ayudar a Merkel a reforestar Alemania».

Ambos países son los que, junto a la petrolera estatal brasileña Petrobras, aportan dinero al Fondo Amazonia, que, desde su creación en 2008, ha financiado 103 proyectos para la preservación de un ecosistema vital para contener el calentamiento global. Noruega es, de lejos, el mayor donante, con cerca de 1.200 millones (el 94%), seguido por Alemania, con 68 millones (el 5%). Desde hace unos meses, representantes de ambos países negocian con el Gobierno del presidente ultraderechista ante su intención de realizar cambios en el funcionamiento del fondo, administrado por un banco público brasileño, el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES). Entre otras medidas controvertidas, pretendía que se pudiera utilizar el fondo para indemnizar a terratenientes expropiados o a los que se prohibieran actividades productivas en las áreas protegidas.

El ministro del Clima y del Medio Ambiente del país escandinavo, Ola Elvestuen, anunció este jueves que suspendía la aportación al fondo correspondiente a 2019 en una entrevista publicada en el periódico noruego Dagens Naeringsliv. La razón, que Brasil había roto horas antes el acuerdo firmado con Noruega y Alemania al cambiar unilateralmente el cuerpo directivo del mecanismo y cancelar el comité técnico que selecciona los proyectos a financiar, lo que en la práctica supone su bloqueo. «No podían hacerlo sin nuestro consentimiento. Lo que ha hecho Brasil demuestra que ya no quieren detener la deforestación», afirmó Elvestuen. Tras esta medida, «Noruega no tiene base legal y técnica» para donar la contribución prevista, afirma el Ministerio en un comunicado este viernes, que recuerda que las donaciones están condicionadas a «resultados verificados de reducción de la deforestación». Según los datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), la Amazonia ha perdido 5.879 kilómetros cuadrados en los últimos 12 meses, un 40% más que un año antes.

La ministra de Medio Ambiente germana, Svenja Schulze, anunció el sábado pasado al diario alemán Tagesspiegel la congelación de 35 millones en ayudas destinadas a nuevos proyectos de conservación de la selva y programas de biodiversidad, aunque fuera del Fondo Amazonia, que depende de otro ministerio, el de Cooperación y Desarrollo. «Las políticas del Gobierno brasileño en el Amazonas despiertan dudas sobre si aún están persiguiendo el objetivo de reducir de forma sostenida la tasa de deforestación», declaró la ministra. «Necesitamos esa certeza antes de continuar con la cooperación». Ante esta decisión, Bolsonaro había acusado a Alemania de querer «comprar la Amazonia a plazos».

Desde 2008 hasta este año, Medio Ambiente ha destinado 95 millones a varios programas bilaterales con Brasil, país que alberga el 60% de la selva tropical. «El apoyo de los socios políticos a los proyectos es un prerrequisito para la cooperación», añade el ministerio que dirige Schulze en un comunicado. «En la situación actual, existen al menos dudas razonables» sobre ello. El departamento explica que, por el momento, no se financiará ningún proyecto nuevo y que los que ya están en marcha se revisarán para determinar «si sus objetivos se pueden alcanzar en las condiciones actuales».

No solo eso. La ministra de Medio Ambiente cree que «las contribuciones de Alemania al Fondo Amazonia deben ser ahora revisadas», decisión que corresponde a Cooperación. Para ello, «el Ministerio quiere coordinar la decisión sobre cómo proceder con los otros donantes y ya ha empezado este proceso». Esto es, Noruega y Alemania discuten si deben seguir invirtiendo en proyectos en Brasil a la vista de la creciente deforestación, según un portavoz. Desde Cooperación, una portavoz solo confirma que «mantienen un diálogo cercano tanto con Brasil como con Noruega», y que el Gobierno de Bolsonaro «quiere ahora ofrecer propuestas para hacer algunos ajustes en el fondo». Desde el Ministerio de Medio Ambiente brasileño manifiestan que “la suspensión de las donaciones es compatible con el periodo de renegociación de las reglas de administración del Fondo”.

La decisión de Noruega y Alemania supone un nuevo golpe para Bolsonaro en relación a sus políticas de lucha contra la deforestación. La publicación de los datos oficiales de destrucción de la selva tropical a principios de agosto abrieron una crisis en su propio equipo de Gobierno, cuando el presidente negó su validez y destituyó a Ricardo Galvão, director del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por sus siglas en portugués), organismo responsable de las mediciones.

 

“SI PLANTAMOS EN ÁREAS DEFORESTADAS NO NOS COMPRAN”

El Fondo Amazonia fue creado en 2008 en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) con el fin de recaudar donaciones para inversiones no reembolsables en acciones para prevenir, monitorear y combatir la deforestación de este gran pulmón verde. En una década, ha recaudado 1,3 millones de dólares, que se han destinado a 103 proyectos, 21 ya concluidos, que han beneficiado directamente a 49.000 indígenas y a 465 publicaciones científicas.

Alemania y Noruega han sido hasta ahora sus pilares. Han aportado el 99,5% de las donaciones; Petrobras, único donante brasileño, el 0,5%. De ahí la preocupación entre algunos colectivos.

“Las actividades y proyectos de preservación llevados a cabo con las comunidades locales en la foresta quedarán comprometidas”, alerta Adriana Ramos, coordinadora del Programa de Políticas y Derechos Socioambientales del Instituto Socioambiental (ISA), que forma parte del Fondo Amazonia. “Al quitar el sustento de esas comunidades pueden comenzar a destruir el bosque para llevar a cabo sus actividades”, explica. La experta añade que, en el caso de que no haya un acuerdo entre Brasil, Alemania y Noruega, el Fondo solo tendrá dos o tres años más de vida. “Principalmente”, dice, “porque esos países aún pueden reclamar el reembolso del dinero que ya ha sido donado pero que aún no se ha utilizado para proyectos de preservación”.

Pese a todo, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, no parece dispuesto a ceder. Cree, y así lo dijo de nuevo ayer, que se le está acusando falsamente de destruir el Amazonas y que lo que está realmente en juego, es la “soberanía de la región y sus riquezas”. “El Fondo tiene sus acciones definidas por un comité 100% compuesto por instituciones brasileñas”, rebate Virgilio Viana, superintendente de la ONG Fundación Amazônia Sustentável, una de las asociaciones que perciben dinero.

Hasta algunos grandes agricultores, teóricamente beneficiarios de la tala, creen que el enroque del presidente podría perjudicar las exportaciones y hasta el acuerdo Mercosur-UE. Blairo Maggi, uno de los mayores productores de soja del país, dijo a Valor Econômico. “Cuando exporto soja o maíz, los importadores quieren saber el origen de la certificación de mi producto. Si plantamos en áreas deforestadas, no lo compran”.

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