“El Reino de Arabia Saudí rechaza la posición recientemente expresada por el Senado de EE UU que se fundamenta en alegaciones sin base, y contiene interferencias intolerables en los asuntos internos del reino, que minan su papel regional e internacional”, asegura en un largo comunicado difundido por la agencia estatal, SPA.
El Senado aprobó el pasado jueves de forma unánime una resolución que culpa al príncipe Mohamed del asesinato de Khashoggi, e insiste en que deben pedirse responsabilidades al Reino del Desierto. El conocido periodista, que desde su exilio en EE UU colaboraba con The Washington Post, murió en el consulado saudí de Estambul el 2 de octubre. Riad solo reconoció el asesinatotras la presión de Turquía, que asegura tener pruebas de cómo un equipo de agentes saudíes acabó con la vida del periodista. Desde entonces, Arabia Saudí se ha visto sometida a un inusitado escrutinio internacional que ha puesto en el punto de mira al heredero y gobernante de facto del país.
Aunque en gran medida simbólicas y sin muchas posibilidades de convertirse en ley, el voto unánime de los senadores ha sido un golpe sin precedentes para los saudíes, y en particular para el poderoso príncipe Mohamed. Su Gobierno reitera en el comunicado la posición oficial de que el asesinato de Khashoggi «es un delito deplorable que no refleja la política del reino ni sus instituciones». También reafirma el rechazo a cualquier intento de sacar el caso de la justicia de Arabia Saudí, en clara respuesta a las voces que piden una investigación internacional. Defiende el papel que juega el reino en la estabilidad en Oriente Próximo, la paz y la seguridad mundiales, el equilibrio de los mercados internacionales de energía y la lucha contra el terrorismo
La ofensa se agrava con la petición de que se retiren las tropas que apoyan a la coalición que dirige Arabia Saudí en Yemen. Se trata de la primera vez que una de las cámaras del Congreso vota para una medida similar, utilizando la ley de Poderes de Guerra de 1973. Esa intervención, que ha provocado una gravísima crisis humanitaria, ya venía siendo objeto de crecientes críticas en Europa y Estados Unidos. Sin embargo, tras el estallido del caso Khashoggi el clamor se ha extendido.
A este respecto Riad subraya que continúa sus esfuerzos para lograr una solución política por parte de los grupos locales y que respalda las resoluciones de la ONU que han permitido el anuncio de un alto el fuego tras las recientes conversaciones de Suecia. Aunque Arabia Saudí entró en el conflicto en apoyo del Gobierno internacionalmente reconocido, los ataques de la coalición que encabeza, y que cuenta con el apoyo de EE UU y el Reino Unido, han sido responsables de numerosas víctimas civiles por errores y falta de precisión de los objetivos.
Nadie sabe con seguridad cuántos civiles han muerto a causa de los combates. Desde de 2016, se repite la cifra de 10.000 muertos que entonces facilitó la ONU. Sin embargo, el Armed Conflict Location and Event Data Project, un grupo independiente asociado con la Universidad de Sussex que estudia el nivel real de víctimas de los conflictos, estima que son entre 70.000 y 80.000. Otros 65.000 están ahora mismo al borde de la muerte por inanición, según el último análisis sobre la situación alimentaria difundido por varias agencias de Naciones Unidas.