62.000 HECTÁREAS DE BOSQUE AFECTADAS POR INCENDIOS DESDE 2012 EN ECUADOR.

Un área correspondiente a casi 87.000 canchas reglamentarias de fútbol se quemaron  entre el 2012 y el 2018 debido a los incendios forestales. Son 62.000 hectáreas  (ha) consumidas en esos siete años, según el sistema de administración forestal.

La quema del rastrojo o del barbecho –restos de tallos y hojas que quedan en el terreno tras cortar un cultivo– antes de reanudar la  temporada de sembríos  es uno de los factores que origina la mayor parte del fuego, pero todo depende de los territorios y la actividad.

Por ejemplo, donde hay ganadería se  queman los pastizales para su rebrote y la incidencia en el bosque seco se origina  en la actividad de extraer miel (apicultura).

Estas  62.000 ha incendiadas están en las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas, en las que se permiten actividades agropecuarias controladas, y en los bosques protectores, dice Andrea Bustos, coordinadora  de la Zonal Norte del Programa Amazonía sin Fuego que ejecuta el Ministerio del Ambiente   (MAE).

El 99% de los  incendios forestales en Ecuador son producidos por el hombre, asegura Bustos. “De ahí hay algunos eventos naturales, pero no relacionados con  la caída de rayos porque acá las tormentas eléctricas  vienen  acompañadas de lluvias”.

El plan Amazonía sin Fuego se implementa en las cuatro provincias  donde más se producen incendios forestales en el país, que son Pichincha, Imbabura, Loja y El Oro.

Las zonas más propensas a este tipo de incendios están a lo largo del callejón interandino desde Carchi hasta Loja por la presencia de páramos y las que tienen el ecosistema del bosque seco tropical, como Manabí, Guayas, El Oro y Santa Elena.

“Aún no tenemos el conteo definitivo de este  año reconociendo que los incendios se dan de forma diferenciada”, dice Bustos. Hay más incidencia en la Sierra en septiembre y octubre y en la Costa a partir de noviembre con la preparación de la tierra para los cultivos.

Lo que se puede evidenciar, indica la especialista, es que tras un año con muchas precipitaciones se tiene una mayor cantidad de incendios forestales porque hay más material vegetal disponible sobre el follaje que se  quema por lo que el fuego termina extendiéndose.

El plan Amazonía sin fuego tiene cinco ejes, entre ellos, darles  alternativas a los agricultores. “Si habitualmente está acostumbrado a quemar el rastrojo, él podría convertir toda esa materia orgánica para darle mejores nutrientes al suelo”.

En pastizales se les dice que hagan rotación y en la parte de apicultura se da capacitación para el manejo del ahumador, añade Bustos. “En los bosques secos están las abejas meliponas que entierran los paneles debajo de la tierra, entonces el apicultor lleva el ahumador y a veces quema para que salgan, allí se le enseña buenas prácticas en el manejo del ahumador para que no genere un incendio”.

Natalia Bonilla, miembro del colectivo Acción Ecológica, afirma que hay un incremento en el número de incendios, pero esto no repercute directamente en la extensión de hectáreas quemadas. “Vemos con preocupación que las zonas de incendios se están trasladando, por ejemplo, el caso del parque metropolitano Guanguiltagua en Quito, también en los del Ilaló, pero también hay nuevos incendios en áreas protegidas, en bosques nativos”, refiere.

Añade que cuando los incendios se dan en el área rural, en una zona que está cubierta por bosques nativos como el caso de la reserva geobotánica Pululahua, la pérdida para el Ecuador es gigantesca, ya que el lugar alberga un ecosistema  donde hay plantas endémicas con fauna asociada.

Los incendios que se dan en el casco urbano y las zonas aledañas también tienen efectos ambientales graves. Explica que plantaciones como el eucalipto requieren de fuego para expandirse, pero esto incide en la calidad del aire porque se emiten gases, como CO2, monóxido de carbono, metanos.

Además, los incendios afectan las fuentes de agua. Ante ello se ha determinado en la normativa ambiental que las plantaciones forestales se siembren a 20 metros de estas y de los ríos, indica Bonilla.

Como parte del programa Amazonía sin Fuego se le enseña a los agricultores y ganaderos técnicas para evitar los incendios forestales. Cortesía del Ministerio del Ambiente

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