27 MENORES, EN LAS CIFRAS DE MUERTES VIOLENTAS EN ECUADOR.

Durante este último fin de semana, en la zona 8 (integrada por Guayaquil, Durán y Samborondón), tres menores de edad fueron ‘baleados’ en medio de escenarios violentos como un sicariato y un intento de secuestro en plena calle. De ellos, dos fallecieron casi instantáneamente porque los impactos fueron recibidos en su cabeza. Tenían 3 y 15 años, respectivamente.

El primero viajaba junto a sus padres en moto, en la cabecera cantonal de Samborondón, y fue atacado por sicarios; el papá resultó herido y la mamá ilesa. En el hospital confirmaron el deceso. En el segundo caso, la adolescente fue impactada mientras estaba sentada en un puesto de comida.

Según el parte policial, intentaron secuestrar a un hombre en el suburbio de Guayaquil y logró ser rescatado por un grupo de personas en moto, quienes iniciaron la balacera. Además de la menor de 15 años, un niño de 9 que recibió dos tiros en su brazo izquierdo, hoy se recupera en el hospital Francisco Icaza Bustamante.

Esa casa de salud nivel 3 o de índole nacional, recibió en 2021 a 21 niños, niñas y adolescentes, heridos de bala. Y en lo que corresponde al primer trimestre del 2022, van 8 casos.

“La violencia está creciendo a un nivel sanguinario, que no le importa si hay público, menores o lo que sea. Ellos quieren cumplir su objetivo”, cuestiona el analista en seguridad ciudadana Nelson Yépez, quien hace un llamado a las autoridades para activar “verdaderamente” el trabajo con la comunidad y así llegar a líderes de determinados sectores “apropiados” por ciertos grupos y lograr acuerdos de paz.

El pasado 8 de abril, el presidente de la República, Guillermo Lasso, anunció que se incorporarán al menos 30.000 nuevos policías en los próximos tres años. Uniformados que se sumarán a los 50 mil que ya existen en el país.

Pero esto no es suficiente para la ciudadanía que habita en estos sectores conflictivos.

“Uno no puede andar tranquilo ni siquiera cerca de su casa porque no se sabe qué puede ocurrir. Ahora no solo que no se puede pasear sino que no se puede ir a comprar cerca en el barrio, porque puede haber una bala perdida y hasta que llegue la policía o la ambulancia, la desgracia avanza”, comentó Valeria Luna, moradora de la Juan Montalvo, norte de la ciudad, donde se alertó de un cruce de disparos en la noche del sábado.

Luna pide que se incrementen los operativos de control para que “al menos los espante y no haya alboroto”.

INFO P05

En 2021, se registró 21 heridos de bala en la zona 8 y en lo que va de 2022, son 21 menores fallecidos en muertes violentas.

Jhon Garaicoa, experto en seguridad, lamenta que estas acciones no puedan ser cumplidas de inmediato porque además de la carencia de uniformados, detalla que no existe recurso para las necesidades y herramientas del personal de trabajo.

“Una cosa es decir, voy a destinar recursos e incrementar personal, pero otra es disponer y entregar los insumos y herramientas; faltan patrulleros, gasolina, cámaras, armas, etc. Hay que buscar el financiamiento y hacerlo ya”.

De acuerdo a la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida (Dinased), solo entre enero y marzo de 2022 se registran 21 menores de edad fallecidos en hechos violentos en la zona 8. Mientras que en 2021 apenas fueron 6 los que murieron en estas condiciones.

Desde la entidad, también se apuntó que la mayoría de los fallecidos son adolescentes que oscilan entre los 14 y 17 años; y aunque algunos son víctimas colaterales, hay otros que fallecen por su cercanía al microtráfico de droga.

“Se debe trabajar en campañas para que los padres de familia estén pendientes de lo que hacen sus hijos adolescentes, porque todo el mundo sabe que reclutan menores de edad porque la ley los trata de otra forma, y si los padres se preocupan y toman las medidas correspondientes, también disminuyen la violencia”.

Por su parte, Garaicoa advierte a los padres de cuidados más rigurosos a los menores. “Es verdad que no pueden tener antecedentes, detenciones o incluso desconocer de lo que se hace. Pero si un adolescente se junta con otras personas que sí cometen ilícitos, su vida corre peligro porque en cualquier momento puede suceder un ataque”.

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